El BDSM es un conjunto de prácticas eróticas relacionadas con juegos de rol basados en jerarquías de poder (Dominación – sumisión). Todas las ramas del BDSM deben cumplir con ciertos principios o reglas dentro de las cuales el más importante es el consenso libre, pleno, informado y actual de cada participante.
Este consenso significa la participación voluntaria y activa para realizar cualquier acto sexual. Por eso, antes de iniciar el encuentro, todas las personas involucradas deben establecer acuerdos sobre lo que se va a hacer, dejando claros los límites a los cuales se desea llegar y los riesgos que están dispuestas a correr.
En cuanto al conocimiento necesario sobre su desarrollo y sobre los objetos y materiales usados, así como sobre la prevención de riesgos.
En cuanto a la capacidad razonable de decisión por parte de las personas involucradas, no alterada por drogas o bebidas alcohólicas y acorde con la experiencia de cada participante, sabiendo diferenciar fantasía y realidad.
En cuanto a las personas participantes estén de acuerdo sobre la forma e intensidad con la que se realicen, e igualmente que dicho acuerdo se pueda anular en cualquier momento.
Contar con el SÍ QUIERO consciente y actual de las personas involucradas en la práctica, es fundamental para llevarlas a cabo. Hay que tener en cuenta que este acuerdo puede cancelarse en cualquier momento a través de un código o palabra de seguridad clara y contundente que debe ser definida entre los participantes con anterioridad al inicio del juego y preferiblemente que esté fuera del contexto sexual para que no haya malos entendidos. Esta palabra es la garantía de acabar de inmediato con la práctica que se esté realizando en el caso de que alguna de las partes no quiera continuar.
La dominación es el rol que ejerce control sobre la otra persona; es decir, quien ordena y dispone a su voluntad mostrando dominio sobre el rol sumiso. Por su parte, la sumisión implica una postura de subyugación o subordinación, es decir, que obedece y permite las acciones del rol Dominante siempre de forma voluntaria y consensuada.
Esta práctica tiene por requisito la no existencia de un vínculo de sometimiento u obediencia real entre las personas involucradas.
Es una práctica erótica (en algunos casos considerada como expresión artística), en la que se utilizan ataduras para inmovilizar. Su fuente de placer se encuentra en la dominación por parte de una persona y la entrega total por parte de la otra; de esta manera la persona inmovilizada permite que su pareja se ocupe del acto sexual entregándose sin reservas mientras el dominante emplea toda su creatividad para conseguir el placer mutuo.
Esta inmovilización se puede realizar con ataduras como lazos, esposas y cintas de seda. Lo más importante es tomar precauciones ya que un mal amarre puede resultar doloroso o incluso puede ocasionar lesiones.
Esta práctica incluye normas, hábitos y protocolos de comportamiento que la persona en el rol de sumisión debe obedecer dentro del contexto erótico. En otras palabras, se refiere a un adiestramiento con reglas y castigos a través del cual la persona dominante ejerce el poder sobre su contraparte.
El sadismo hace referencia a las prácticas eróticas en las que una persona obtiene placer infligiendo dolor o humillación a la otra. De nuevo, cualquier práctica que entre dentro de esta categoría ha de ser segura y consensuada, ya que nada tiene que ver con el sadismo criminal.
En el masoquismo el individuo siente placer al sufrir el dolor físico o psíquico causado por la pareja sexual. No obstante, la persona que asume este rol siempre tiene la potestad de establecer límites que deben ser respetados en todo momento.
Un desorden sexual no es sinónimo de orgía …
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