Usualmente la sexualidad de las personas en situación de discapacidad es silenciada e invisibilizada considerándose peligrosa o innecesaria su educación sexual. Esta perspectiva reprime y limita el ejercicio de los derechos sexuales y reproductivos de esta población, se crean rechazos sociales que coartan la libertad y se da pie a situaciones de violencia y abuso.
A todas las personas con discapacidad les deben ser garantizados sus derechos respetando su dignidad humana, igualdad y no discriminación, libertad, autonomía, privacidad, intimidad y desarrollo de la personalidad.