Sentirte triste es una parte normal de la vida, es una reacción natural cuando experimentamos problemas, experiencias estresantes o traumáticas, enfermedad o dolor. Cuando la desesperanza y la desesperación cambia tu forma de pensar, sentir y actuar, interfiere con tu capacidad para realizar las actividades diarias y disfrutar de la vida, cuando solo vivir el día te resulta abrumador, puedes estar ante un trastorno depresivo.
Los trastornos depresivos son bastante frecuentes y su tratamiento suele ser bastante eficiente. Cada persona requiere un tratamiento diferente, la mayoría de los casos se tratan con terapia, medicamentos o una combinación de ambos; los cuales suelen ser muy efectivos. Si bien los síntomas de depresión pueden ser muy abrumadores, identificarlos es un primer paso para superarlos y hay varias estrategias que puedes emplear para sobrellevarlos y mejorar tu calidad de vida.
Cambios episódicos en el afecto, el pensamiento y el nivel de energía. Durante al menos dos semanas, te resulta difícil disfrutar la vida, hacer tareas cotidianas y cuidarte, debido a sentimientos de culpa, sensación de agotamiento y pensamientos en torno a la muerte. Percibes el mundo como apagado y sin sentido
También llamada distimia, es un tipo de depresión en el que los síntomas, aunque leves, son constantes y duran mucho tiempo, al punto que pueden percibirse cómo parte de la forma de ser de una persona.
Sentimientos intensos y duraderos de ansiedad, tristeza y fatiga que, pueden comenzar días o hasta meses después del parto, dificultando a las madres cuidarse o cuidar a sus bebés, así como el manejo de las responsabilidades diarias.
Irritabilidad persistente y accesos de cólera recurrentes en niños, niñas o adolescentes, cuya intensidad y duración son desproporcionadas a la situación que desencadena la respuesta y están fuera del control personal.
Procura tener una alimentación adecuada y equilibrada (rica en omega-3 y baja en carbohidratos), tomar un poco de sol diariamente, duerme lo suficiente y en horarios regulares, evita el consumo de alcohol, tabaco y otras sustancias psicoactivas, practica actividad física regularmente e integra a tus rutinas prácticas de relajación, meditación o respiración profunda. Estas son herramientas muy útiles para estabilizar los estados de ánimo.
Establece una lista de las tareas que debes realizar y plantea un tiempo razonable para hacerlas. Aunque los síntomas de la depresión hacen tentadora la opción de aplazar las tareas, esto solo aumenta la culpa y el estrés. Comienza con metas pequeñas y avanza poco a poco, empezando con las cosas más importantes, cada tarea que completes te hará sentir mejor por pequeña que parezca.
Identifica y crea una lista de las cosas que disfrutas hacer cuando te sientes con buen ánimo o feliz, y las que te hacen sentir mejor cuando tu ánimo está decaído. Reconoce los desencadenantes de tu depresión, cuando estés frente a uno de ellos o te sientas mal podrás elegir una actividad de la lista y probarla para hacer frente al malestar. Ten presente que lo que funciona para una persona no necesariamente funciona para otra, es importante que te enfoques en tu propia experiencia.
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